viernes, 15 de febrero de 2013

MI PATRIA (Lêdo Ivo)


Mi patria no es la lengua portuguesa.
Ninguna lengua puede ser la patria.
Mi patria es la tierra blanda y pegajosa donde nací
y el viento que sopla en Maceió.
Son los cangrejos que corren en el barro de los manglares
y el océano cuyas olas siguen mojando mis pies cuando sueño.
Mi patria son los murciélagos colgados del revestimiento de las iglesias carcomidas,
los locos que bailan al atardecer en el hospicio junto al mar,
y el cielo encorvado por las constelaciones.
Mi patria son las sirenas de los barcos
y el faro en lo alto de la colina.
Mi patria es la mano del mendigo en la mañana radiante.
Son los astilleros podridos
y los cementerios marinos donde mis ancestros tuberculosos y palúdicos no paran de toser y de temblar las noches frías
y el olor a azúcar en los almacenes portuarios
y las lisas que se debaten en las redes de los pescadores
y las ristras de cebolla enrolladas en la tiniebla
y la lluvia que cae sobre los corrales de pesca.
La lengua de la que me valgo no es y no fue nunca mi patria.
Ninguna lengua engañosa es la patria.
Ella sirve apenas para que yo celebre mi gran pobre patria muda,
mi patria disentérica y desdentada, sin gramática y sin diccionario,
mi patria sin lengua y sin palabras.




MINHA PÁTRIA

Minha pátria não é a língua portuguesa.
Nenhuma língua é a pátria.
Minha pátria é a terra mole e peganhenta onde nasci
e o vento que sopra em Maceió.
São os caranguejos que correm na lama dos mangues
e o oceano cujas ondas continuam molhando os meus pés quando sonho.
Minha pátria são os morcegos suspensos no forro das igrejas carcomidas,
os loucos que dançam ao entardecer no hospício junto ao mar,
e o céu encurvado pelas constelações.
Minha pátria são os apitos dos navios
e o farol no alto da colina.
Minha pátria é a mão do mendigo na manhã radiosa.
São os estaleiros apodrecidos
e os cemitérios marinhos onde os meus ancestrais  tuberculosos e implaudados não param de tossir e tremer nas noite frias
e o cheiro de açúcar nos armazéns portuários
e as tainhas que se debatem nas redes dos pescadores
e as résteas de cebola enrodilhadas na treva
e a chuva que cai sobre os currais de peixe.
A língua de que me utilizo não é e nunca foi a minha pátria.
Nenhuma língua enganosa é a pátria.
Ela serve apenas para que eu celebre a minha grande e pobre pátria muda,
minha pátria desintérica e desdentada, sem gramática e sem dicionário,
minha pátria sem língua e sem palavras.

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