Tal vez ninguna libertad aguarde
Al ser que nace de la vida esclavo.
Servidumbre del hombre y de la bestia,
Del viento suelto y del atado llano.
Servidumbre del río y sus riberas;
De la paloma a su garganta tierna;
De la esmeralda a la opulenta mano
Y del nardo y la rosa a su belleza.
Mi servidumbre, en la vigilia y el sueño,
A antiguos muertos y futuros vivos.
Anda mi día entre mandatos ciertos
Y entre cadenas de invisible acero.
El ángel que a mi sombra está cautivo,
Esclavo es de mi paso y de su vuelo.
(en Perdida, 1950)
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